02. La transmisión (hoy) del don de la fe a través de los tiempos

José Luis Font Nogués

La transmisión de la fe forma parte de la tarea educativa de los padres, pero esa transmisión necesita también una acción pedagógica concreta y adecuada a cada edad, lo que se traduce en un plan programado de enseñanza religiosa y de catequesis cuya responsabilidad recae en la Conferencia Episcopal, que señala las pautas adecuadas. A la vez, cada época requiere un tratamiento especial que sepa dar respuesta a las exigencias del momento. Es el caso del inicio del siglo XXI.

Pero no dejemos esa transmisión sólo en manos de unos programas, se transmite vida, se transmite verdad, se transmite un sentido, se transmite un sentido para dar respuestas a los acontecimientos diarios. No podemos partir de otro punto distinto al principio de que la fe “se transmite”; desde el momento del Bautismo, y a través de los padres, continuando con la educación en la fe y siguiendo –si las oportunidades se presentan óptimas- con la formación personal continua a lo largo de la vida.  Nos podemos preguntar qué es esa transmisión y cómo se realiza, si es siempre igual o cambia en sus formas a través del tiempo: “A propósito de la tradición tal como se muestra en los Padres de la Iglesia, dice el Concilio que de esa manera Dios ‘sigue conversando siempre con la esposa de su hijo amado’ (Dei Verbum, 8). En otras palabras, la revelación no es un resultado que se nos entrega y que basta con transmitir, sino que es un acontecimiento que se va concretando de modo progresivo en el marco de la Sagrada Escritura y de la Tradición. Para lo que aquí nos presenta el Concilio no sirve ni el actualismo subjetivista ni el puro objetivismo” (TF, 39).

Esta aclaración desprendida del Concilio Vaticano II nos ilumina sobre la tarea esclarecedora a la que continuamente debe estar abierto el hombre, y nos hace caer en la cuenta de la necesidad, no de adaptar la fe a los tiempos, sino de descubrir la luz de Dios sobre los acontecimientos del momento. “¿Qué significa todo esto para la nueva evangelización? Pienso que en la Constitución Dei Verbum el Concilio ofrece una explicación de lo que expresa de modo muy escueto el Decreto sobre la actividad misionera: la Iglesia ‘es, por su propia naturaleza, misionera (C. Vat II, Decreto Ad gentes, 2). El encargo de evangelizar ‘obliga’ a la Iglesia a ‘invertir’ en su fe, y esto significa que los fieles ‘contemplen y estudien’, que comprendan internamente los misterios que viven’ y que es necesario ‘el carisma seguro de la verdad’. Digámoslo en palabras algo provocativas: Una Iglesia que sólo se dedique a administrar su pasado, también su pasado doctrinal, sin una finalidad misionera, se convierte en un museo, pierde su propia esencia”. (TF, 39)

BIBLIOGRAFÍA:

TF        Bernhard Körner. La transmisión de la fe a la luz de la nueva evangelización. VIII Simposio “La transmisión de  la fe en la sociedad contemporánea”. Actas. Eunsa. Pamplona 2008