José Luis Font Nogués
El profesor no ha de quedarse en la “bondadosidad”, en un aprendizaje superficial o, incluso, en desear una hora de clase tranquila; por el contrario, no es buen método imponer lo que hay que estudiar. Es mejor empeñarse con los alumnos en buscar la verdad y eso con caridad.
“Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad.” (CV, 4)
Sólo así la verdad imprimirá una manera de enfrentarse a la vida en un futuro cercano para los alumnos y en esos mismos momentos en que ya desarrollan su vida porque “la verdad preserva y expresa la fuerza liberadora de la caridad en los acontecimientos siempre nuevos de la historia. Es al mismo tiempo verdad de la fe y de la razón, en la distinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitos cognitivos. El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad.” (CV, n 5)
El método para llevar la verdad a los alumnos y a sus padres comienza por darse cuenta que “la caridad y la verdad nos plantean un compromiso inédito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo. Se trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa «civilización del amor», de la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura.” (CV, n.33) Sigue leyendo