Archivo por meses: agosto 2009

Feijoo y las Cartas eruditas y curiosas

Alejandro Sánchez Frías

El Neoclasicismo representa la reacción contra el arte rococó, al que considera falso y aparatoso. Se impone la norma clásica y la influencia de las teorías del alemán Wincklemann: “La única belleza es la clásica; el arte no debe hacer sino imitarla. Toma de lo clásico su aspecto externo, sin captar su sentido humanístico. Toda Europa se hace neoclásica y las ciudades se embellecen con grandes edificios y frontones, arcos del triunfo, etc. La escultura pasa a copiar a la griega y la pintura se vuelve rígidamente académica.                  (Pulsar Feijoo)

Surge así un nuevo concepto de literatura. La obra literaria ha de proporcionar gozo estético y utilidad moral, según el viejo principio de Horacio. La literatura se pone al servicio de la reforma social, entendida en el sentido que le daba la época.

El aspecto crítico y los temas de la Ilustración pasan a la literatura: el racionalismo científico, la divulgación de las nuevas ideas, los proyectos de reforma política y económica, la preocupación por el estado del país, la crítica a las costumbres.

El género más utilizado para la crítica social es el ensayo, vinculado al afán didáctico de la época. Con estructura libre y lenguaje moderno, divulgó reflexiones sobre diversos asuntos (decadencia nacional, educación, situación social, etc.). Sigue leyendo

Una propuesta educativa de Esopo

Se considera que Esopo (Grecia, siglo VI a. C.) consolida el estilo literario breve y con moraleja que llamamos “fábula”.

En la fábula titulada “Los dos perros” da un consejo de constante actualidad:

“Un hombre tenía dos perros; había enseñado a uno de ellos a cazar, y al otro le tenía encomendada la guardia de la casa. Cuando el que cazaba traía algo, lo comían juntamente uno y otro, lo cual llevándolo a mal el cazador, reconvino al otro de que no haciendo nada viniese luego a participar de lo que él cazaba después de trabajar todo el día. No es a mí, respondió éste, sino al amo, a quien debes reprender, pues no me ha enseñado a cazar, sino a comer de lo que cazan otros.

No debe reprenderse a los hijos mal educados que nada saben, sino a sus padres, porque no han procurado enseñarlos.”

Hasta aquí el texto de Esopo, que en formulación positiva podría decir: Efectivamente, en todos los siglos, hoy también, son los padres los que aportan la tarea amorosa de la educación de sus hijos, tarea que -además de indispensable- es hermosa y hace felices a padres e hijos.