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Facilitar el conocimiento propio

José Luis Font Nogués

El interés personal por conocerse a sí mismo, en el caso de que exista, no se lleva a efecto si no es con los medios adecuados que le guíen.  No basta con tener un deseo por conocerse así mismo ni que se reciba una sugerencia exterior acerca de las características o actuaciones personales. Más bien, ese conocimiento debe nacer de un interés interno.

 Aunque no se trata de un problema a estudiar, cada persona debe analizar serenamente –basta con pensar un poco de vez en cuando, algo así como “hacer balance”- acerca de los distintos aspectos que integran lo somático y lo psíquico personal. Por ejemplo:

 a)      Saber cuál es el carácter, el temperamento, el modo de ser psicológico que se tiene

 b)      Saber cuáles son las características de la constitución física y de qué forma inciden en el estado de salud

 c)      Saber de qué forma se orienta la capacidad afectiva y cuál es el modo de relacionarse con los demás y de quererles

 d)      Saber cuál es el proyecto de vida profesional y cómo se orienta a conseguirlo con el estudio, trabajo y seguimiento de ofertas de las distintas instituciones

 e)      Saber cuál es la capacidad de captar los aspectos trascendentes de la persona y del trato con los demás

En relación con el último apartado e) es de especial importancia saber acerca de la capacidad de observación del comportamiento propio y ajeno, porque hemos de dar respuesta a todos los acontecimientos diarios que se relacionan con nuestro propio modo de ser y con nuestro vivir relacionados con los demás en todos los acontecimientos del día y en las relaciones con todo tipo de personas con las que nos encontramos. Unos buenos puntos de referencia para conocerse es la literatura y cine de calidad en donde los autores de todos los siglos –piénsese en los clásicos griegos- han sabido retratar el mundo interior de las personas.

Algunos enemigos del conocimiento personal:

a)      Buscar soluciones a nuestros problemas fuera de nosotros (“echar culpas a otros”) es engañoso y síntoma de inmadurez. Es cierto que los demás pueden ayudarnos a resolver y superar problemas; prescindir de su ayuda puede ser una cuestión de imprudencia o soberbia, pero nunca podemos dejar de ser responsables de nuestra vida que es propia y exclusiva de cada uno

b)      La pereza y la comodidad, con todo el lastre interior que tienen en nuestra vida, tratan de imponernos la ley del mínimo esfuerzo. Así, si notamos desgana para afrontar una tarea que nos resulta costosa, debemos identificarla claramente y reconocerla como lo que es: cansancio que exige un descanso o pereza neta que ha de superarse con el esfuerzo personal. Pero no debemos interpretar equivocadamente la pereza como si la cosa observada la calificáramos de carencia de aptitudes personales, caprichos de los demás o cuestiones injustas que suceden en la vida; lo único que  hacen esas clasificaciones es justificar inadecuadamente la falta de esfuerzo personal y justificarse para considerarse dispensado de ciertas tareas.

c)      Desarrollar únicamente un afán de malsana introspección psicológica que pudiera no tener consecuencias, no llegar a ninguna conclusión o que pudiera atormentar.

El conocimiento propio tiene una gran importancia en la propia educación personal porque es el camino de la humildad y de la verdad. Cuando falta el conocimiento propio no se puede estar en la verdad porque uno se engaña a sí mismo y sobre la ignorancia y el error no de puede construir nada sólido.

La vida es dinámica, nunca se detiene, por ello exige una atención diligente al conocimiento propio porque nunca nos llegamos a conocer bien.

Los educadores deben tener en cuenta que el núcleo de la formación de las personas consiste en ayudar a cada uno a enfrentarse y asumir sus propias responsabilidades, impulsarles a lo largo de toda la vida hacia un proceso constante de maduración haciendo que se integren todas las facetas de la vida personal.

Conviene conocerse a sí mismo

Conviene a cada persona conocer de sí mismo cómo es, qué características tiene, que capacidades, hasta dónde puede llegar o no llegar, cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los débiles, para qué está mejor o peor dotado. Esta tarea universal es clave en los pequeños y adolescentes; los padres y educadores tienen en este campo una responsabilidad importante y a ambos también se les debe ayudar y ellos pueden ayudarse mutuamente. Y no parezca exagerado que también los hijos y los alumnos pueden ayudar mucho a padres y profesores para que se conozcan mejor.

Un elemento imprescindible para que se de el conocimiento propio es la capacidad de ser sincero. La persona de cualquier edad tiene grandes triunfos si se dice la verdad y si la sabe decir a otros. En el orden interno, la persona gana si sabe decirse a sí mismo la verdad sobre sí mismo; engañarse es ir torcidamente por la vida, es ir al engaño, ir al fracaso, disponerse a encontrar obstáculos de los que no sabrá salir. En el orden externo, decir la verdad a otros conviene en la necesidad, proporción y prudencia conveniente, o sea, decirlo a quien pueda corresponder en la tarea de ayuda que se le pueda prestar.

Si no se conoce suficientemente a sí mismo no podrá ser sincero, aunque lo desee y será difícil aconsejarle bien y poner con acierto los medios a su alcance para tratar de corregir defectos y tratar de desarrollar virtudes. Por ello, también es conveniente educar a la persona para ser sincera.

El conocimiento propio es un punto clave en la educación de la persona. La persona sencilla puede llegar fácilmente a conocerse, la persona demasiado imaginativa o dada a la fantasía puede tenerlo más difícil. En cualquier caso, el buen empeño personal por esta tarea es importante y los resultados son tanto mejores cuanto mayor es el empeño personal por sonseguirlo, junto con la valoración de la ayuda que pueda recibir.

Al conocimiento propio se llega mediante la observación de los actos y de sus raíces, de la autoevaluación personal, de la autocomprensión de la vida propia -saber qué “me pasa” y “por qué”-, de la comprensión de la vida de los demás y su influencia en la mía; pero todo esto con sencillez, sin afán psicoanalítico, que no es necesario en personas sencillas y sanas.

Conocerse bien es un buen modo de combatir la inestabilidad que produce dejarse arrastrar por la fantasía, por ejemplo, sobrevalorando las propias posibilidades personales (en momentos de euforia) o subestimando las propias posibilidades personales (en circunstancias adversas). En cambio, no lograr el conocimiento personal tiene el riesgo de vivir consigo mismo como con un desconocido.