Archivo por meses: enero 2012

Captar la belleza interior

José Luis Font Nogués

Al tratar con una persona y ver su modo de actuar, de pensar y de expresarse, se puede tener la sensibilidad oportuna para captar cualidades que ponen armonía en su interior y hay algunas de esas cualidades a las que consideramos llenas de belleza, una belleza inmaterial que rodea esos modos de ser y de comportarse; modos de ser porque son inherentes a esa persona en su interior y modos de comportarse porque se manifiestan al exterior de alguna manera.

En este marco, llamamos bellas las acciones de solidaridad, de humanismo, de condolencia, de comprensión, el saber compartir, consolar, comunicar alegría, etc., que calificamos como positivas porque pensamos redundan en el bien de cada persona y de la humanidad. Todas esas cualidades requieren saber mirar a las personas comprendiendo su interior con todos los elementos de ideales, historia, sentimientos y convicciones que le enriquecen.

El efecto seguido al darnos cuenta de esas buenas cualidades de otra persona es el goce; nos gozamos de sus cualidades buenas, nos gozamos con esa persona que tiene cualidades buenas, gozamos nosotros mismos con la comprensión que llegamos a tener de esas cualidades, que nos lleva sin darnos cuenta a un plano más elevado que aquel en el que solemos desarrollar la vida. Al final, al terminar ese momento de trato con la persona a la que comenzamos a admirar interiormente, hemos sentido la felicidad.

Un ejemplo práctico:

La música expresa sentimientos, al oír música se ponen de manifiesto sentimientos y afectos pasados, presentes y futuros. La música actúa como un medio para identificar el estado de ánimo del oyente, aunque el compositor o el intérprete no busque necesariamente incidir en los sentimientos.

Hace unos días fui a un acto académico en el que un pianista pronunció una conferencia acerca de la formación musical y a continuación interpretó tres partituras al piano. Fueron emocionantes sus palabras, tanto en el ámbito educativo como en el musical, y toda su actuación me iba sugiriendo pensar en las relaciones humanas, en la amistad… pudiéramos decir en esas buenas actuaciones para con los demás, donde son inútiles las distancias de tiempo o espacio, donde son muy tristes los ruidos -esos jaleos que arman las personas superficiales-; al oír la música pensaba en el caminar eterno de las personas que saben mirar hacia dentro, en la pequeña palabra que abre la puerta de lo esencial, el misterioso silencio que habla claramente sin palabras; y pensaba en la granada abierta que da granos rojos a los demás y es coronada como reina porque esa donación es el amor. Al llegar a casa escribí:

Inútil el tiempo que se mide,
absurda la distancia que años y caminos separa,
extraña la persona que se pierde.

¡Pérfidos ruidos de voces, gritos y algarabías, quejas y júbilos fatuos,
todos juegos pasajeros!

Camina eterno con ojos de mirar dentro,
allá en la amplitud del mar y en la alta luz celeste.

Un instante enciende chispas de eternidad,
una palabra es puerta de la noble alcoba de lo esencial.

El silencio misterioso resulta inmenso desierto
do se goza de la alborada sin decir nada hasta el ocaso.

Entre piedras y flores se oye la voz de la palabra exacta y huele ya el néctar vivificador.

Es roja la granada abierta en donación y coronada como reina porque es amor.