Archivo por meses: marzo 2009

La realidad del necesitado

José Luis Font Nogués

Pasó la época de entender que el prójimo era únicamente el de la misma ciudad, del mismo país o cultura. El fenómeno de la globalización, de la mano de las comunicaciones, ha acercado los extremos del planeta y por prójimo seguimos entendiendo el que está más próximo a mi, aquel al que yo pueda ayudar, pero, más aún, sin límites ni fronteras.

Velazquez muestra una escena solidaria universal en el espacio y en el tiempo

Velazquez muestra una escena solidaria universal en el espacio y en el tiempo

Al alcance de las noticias están los movimientos migratorios que se resuelven con mayor o menor fortuna. Tenemos acceso a la ayuda a través de dinero, ropa, alimentos, organizaciones mundiales o numerosísimas organizaciones no gubernamentales de ayuda y asistencia. Podemos actuar, pero cada día y más de cerca, ¿con quién me solidarizo? Y, en el tema que nos ocupa, ¿cómo puedo educar estas actitudes solidarias? Nos podemos solidarizar con todos aquellos que sufren cualquier necesidad material o afectiva, desde el inicio hasta el final de la vida.

Todas las edades de la persona están sujetas a solidaridad. La infancia está muy necesitada de ayuda ya sea por requerir servicios mínimos por discapacidad, pobreza, o escolarización; los enfermos, en su propia casa o en hospitales, necesitan la atención de todos; todos los que sufren alguna deficiencia, los pobres y los marginados necesitan resolver necesidades básicas para vivir dignamente; los que viven en soledad, ya sean ricos o pobres, necesitan compañía que les aporte consuelo y felicidad; la tercera edad necesita el premio de la gratitud por el bien que ha hecho durante su vida y puede ser que agradezcan más un poco de alegría y atención; los que se acercan hacia la muerte necesitan ayuda para encarar bien ese difícil trance. Sigue leyendo

Alhambra: Torre de las Infantas

José Luis Font Nogués

En la muralla norte de la ciudad palaciega de la Alhambra se sitúa una de las 33 torres dispuestas a lo largo de su perímetro. Es la llamada Torre de las Infantas, siendo éste un nombre dado después de la partida de los nazaríes en 1492 por haber sido residencia de princesas nazaríes. Está situada entre la Torre de la Cautiva y la Torre del Cabo de la Carrera, es una construcción de dos plantas atravesada por el foso y el adarve.

Torre de las Infantas (La Alambra)
Torre de las Infantas (La Alhambra)

Hay diversos tipos de torres: de protección, como la albarrana o exterior y la atalaya o de vigía, las de control que suelen ser más pequeñas y las calahorrras o torres vivienda, tales como la Torre de las Infantas y la Torre de la Cautiva.

La calahorra es de aspecto militar por fuera, pero su interior es una confortable vivienda, lo que se advierte desde fuera por sus ventanas con arcos geminados, es decir, dos ventanas iguales sostenidas por columnas de mármol.

La Torre de la Cautiva es una torre calahorra y se llama así por decir la tradición que en ella vivió Isabel de Solís, cristiana favorita del rey Muley Hacén; en el siglo XVI se le llamó primero Torre de la Ladrona y Torre de la Sultana. Fue habitación de los alcaldes cristianos y luego de particulares, hasta 1873-1876. En sus atauriques se alaba al rey Yusuf I, que parece fue el autor de su bella decoración.

La Torre del Cabo de la Carrera fue llamada así por ser el límite de la calle Mayor de la Alhambra, construida después de la conquista a lo largo de la acequia que por aquí corre. Los Reyes Católicos reconstruyeron la Torre del Cabo de la carrera dándole una forma cilíndrica –impropia de los nazaríes- y el hecho se recuerda en una inscripción ya perdida: “Por mandato de los muy altos, cathólicos y muy poderosos señores don fernando e doña ysabel, rey y reyna nros. señores, don yñigo lópez de Mendoza conde de tendilla su vasayo y primero alcalde y capitán general de granada fyso hacer esta obra año de mil e quinientos y dos años”. La Torre del Cabo de la Carrera fue destruida por tropas de Napoleón en 1812, lo mismo que la Torre del Agua, y en ese atentado –que pretendía hacer volar la Alhambra- desaparecieron dos torres más pequeñas que en el siglo XVI se llamaban Torre de Juan de Arce y Torre de Baltasar de la Cruz, de las que hoy sólo quedan las partes más bajas. La Alhambra no desapareció en 1812 gracias a la intervención de un cabo de inválidos llamado José García, que cortó las mechas encendidas entre la torre del Cabo de la Carrera y la Torre de las Infantas.

Al estar en la zona más inexpugnable de la muralla, la Torre de las Infantas es, además de torre de defensa, una torre-palacio que nos sirve de modelo o referencia para conocer cómo eran las viviendas aristocráticas árabes. Es un buen ejemplo de una torre-palacio -o qalahurra– al igual que la cercana Torre de la Cautiva. Se trata de pequeños palacios a modo de torre autónoma que irrumpen en los lienzos de las murallas, sobresaliendo menos esta Torre de las Infantas, lo que se ha interpretado como una búsqueda de mayor seguridad. Como todo el conjunto, es visible desde la ciudad del Albayzín y desde el Generalife, esta torre adquiere tonos rojos especiales a la caída del sol. Sigue leyendo

Importancia de la niñez y la adolescencia solidarias

José Luis Font Nogués

Para lograr que hijos o alumnos sean solidarios cuando sean mayores, hay que comenzar por hacerles austeros y preocupados por los demás en edades tempranas, saliendo al paso de egoísmos también tempranos.

Solidaridad (Gijón)

Conviene que los padres se adelanten a las peticiones y deseos de sus hijos, dándoles unas pautas de actuación. Por ejemplo, evitar los caprichos inmediatos, conseguir que se conformen con un poco menos, tender a no darles todo. Los padres deben plantearse con seriedad los motivos y las cantidades de dinero que dan a sus hijos. Algunas veces los hijos piden y los padres dan sin detenerse a reflexionar lo suficiente, y eso puede tener a largo plazo graves consecuencias. La moderación en el uso de las cosas propias va de la mano de la educación en la trascendencia que esas cosas tienen para los demás.

Cuando aún son pequeños, a los niños les viene ya mal la excesiva preocupación por tener más y más dinero o bienes materiales se ve acompañada frecuentemente por padecimientos como el de la tiranía de las compras a plazos, las hipotecas, la ansiedad por ganar más para poder mantener o incrementar el nivel de gastos. Al contrario, viene bien que los hijos oigan cómo al calor del hogar se puede dialogar acerca de la conveniencia del ahorro, de los gastos convenientes y del uso del dinero o el patrimonio en beneficio de los demás

Al mismo tiempo, los niños y jóvenes son sensibles a las injusticias y a las contradicciones. Los jóvenes captan muy bien el respeto por la naturaleza, la sed de justicia y de paz, la búsqueda abierta de la verdad y de la dignidad humana, reconocen el valor inconmensurable de la persona y son capaces de comprometerse por una solidaridad internacional o un nuevo orden social en libertad y justician defender y promover valores de la persona y de la vida humana. De esta manera, los pequeños que ayudan a los necesitados en la proporción que es prudente en esos años, posteriormente serán capaces de dar la vida por los demás con lealtad.

Hay que ver todos lados de la realidad y también esos mismos jóvenes están lastrados muchas veces por otros aspectos negativos como la defensa de la subjetividad individualista, la compensación de la soledad con sucedáneos de varias clases, ser el centro de todo, disgregación de la realidad familiar, sentir el atractivo de la llamada «sociedad de consumo» o la preocupación exclusiva por el «tener» que suplanta al «ser». Ellos, por contagio, van entendiendo la libertad como un asentimiento ciego a las fuerzas instintivas y a la voluntad de poder del individuo; también van valorando exclusivamente lo material o placentero. No obstante, acogiéndose a su natural idealismo, también tienen facilidad para valorar a los demás y a uno mismo por lo que se es, en vez de por lo que se tiene y a usar la libertad en consonancia con la verdad objetiva y universal.

Los jóvenes son idealistas, por lo que son capaces de dar plenitud de significado a la vida, al sufrimiento y a la muerte, pero se interesan mucho por el ambiente que se les ofrece y pretenden vivirlo con intensidad. Por eso, hay que hacer un esfuerzo por educar positivamente y que sepan erradicar lo negativo, todo con libertad.