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Buscar una buena comunicación

La persona se comunica necesariamente con los demás porque no puede vivir en soledad. Parece que comunicarse es algo sencillo, natural y no está sujeto a ningún aprendizaje ni cuidado, pero también parece que no es así cuando nos encontraos con alguien que tiene dificultades para manifestar sus ideas o sus estados de ánimo.

Lo más fácil es tener una comunicación superficial –una sonrisa, una lágrima o pedir alguna cosa, hablar del deporte o del tiempo que hace-, pero no basta esa relación familiar, social o amistosa fundamentada en una necesidad objetiva y mucho menos externa; una actuación de ese tipo puede calmar el hambre o lograr pasar un rato distraídamente, pero no llega al fondo de la persona.

También el silencio puede ser una forma de comunicación; por ejemplo, es fácil comprender el estado interior de enfado cuando se ve a una persona que no habla. Dicho silencio puede ser también objetivo, y se puede imaginar que algo le ha pasado a esa persona; no obstante, tampoco es una comunicación muy válida.

Es necesaria una comunicación más profunda y se dará en un marco de cariño, de amistad y de confianza. Quien habla es porque confía en otra persona y se siente libre para hacerlo porque tiene seguridad de sentirse comprendido y quizá ayudado. La comprensión es necesaria aunque no resuelva nada, es compartir una alegría, una pena, una preocupación o algo similar; la ayuda es algo posterior que ofrece el oyente al que habla y así, entre los dos, pueden trazarse buenos objetivos para seguir el camino de la vida.

A la persona “muda” es difícil ayudarle porque no se le conoce interiormente. Es bueno hablar y compartir, ofrecer confianza y buscar confianza. Ciertamente, se dará comunicación sobre temas objetivos, realidades vividas que alegran o preocupan, pero conviene llegar a la profundización interior de quien habla con confianza y de quien escucha con interés. El marco para ello es una buena empatía afectiva.

También el silencio puede ser una maravillosa comunicación, pero requiere que ambas personas se conozcan muy bien y se lea en los ojos y en la cara el estado interior del otro; eso solo lo logra un verdadero amor.