José Luis Font Nogués
Para lograr una confortable unión de todos los hombres que favorezca la felicidad es necesario que los encuentros de unos con otros se den en el marco de la Verdad. A la luz de los aspectos educativos anteriormente comentados concluimos tres tipos de encuentros trascendentales que favorecerán e iluminarán a esas personas que forjan su vida y están en proceso de crecimiento de la inteligencia y la voluntad:
a) Llevar a conocer a Dios y al hombre: “Sin Dios el hombre no sabe adónde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia. Pablo VI nos ha recordado en la Populorum progressio que el hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Sólo si pensamos que se nos ha llamado individualmente y como comunidad a formar parte de la familia de Dios como hijos suyos, seremos capaces de forjar un pensamiento nuevo y sacar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero. Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano,[GS, 42] que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios” (CV, 78).
b) Llevar a la comunicación con Dios, la oración: “Hemos hablado de la fe como encuentro con Aquel que es la Verdad y el Amor. También hemos visto que se trata de un encuentro al mismo tiempo comunitario y personal, que debe tener lugar en todas las dimensiones de nuestra vida, a través del ejercicio de la inteligencia, de las opciones de la libertad y del servicio del amor. Sin embargo, existe un espacio privilegiado en el que este encuentro se realiza de la manera más directa, se refuerza y se profundiza, y así realmente es capaz de impregnar y caracterizar toda la existencia: este espacio es la oración” (AF).
c) Llevar a la necesidad de adorar: “Queridos jóvenes, ciertamente muchos de vosotros estabais presentes en la Jornada mundial de la juventud, en Colonia. Allí, juntos, oramos al Señor, lo adoramos presente en la Eucaristía, ofrecimos su santo sacrificio. Meditamos en el decisivo acto de amor con el que Jesús, en la última Cena, anticipó su propia muerte, la aceptó en su interior y la transformó en acto de amor, en la única revolución realmente capaz de renovar al mundo y de liberar al hombre, venciendo el poder del pecado y de la muerte” (AF).
BIBLIOGRAFÍA
AF Benedicto XVI. Discurso a los participantes en la asamblea eclesial de la diócesis de Roma que tenía por argumento «La alegría de la fe y la educación de las nuevas generaciones». Basílica San Juan de Letrán. Roma, 5.VI.2006
CV Benedicto XVI. Encíclica Caritas in veritate. Roma, 29.VI.2009