Presencia del Señor

Siento la voz divina de Tu boca
acariciar mi oído tiernamente,
Tu aliento embriagarme, y mi frente
la mano que ilumina cuanto toca.

Mi antiguo corazón de amarga roca
ha brotado divina, oculta fuente,
y una armonía dulce y sorprendente
a su celeste Amor, fiel me convoca.

La soledad, de la noche en que vivía,
el hondo desamparo y desconsuelo,
la triste esclavitud que me perdía,

son ahora presencia, luz sin velo,
son amor, son verdad, son alegría,
son libertad en Ti, Señor, ¡son cielo!

Bartolomé Llorens
Sonetos de amor divino