De ti llega la luz de tu mirada,
¡oh!, rayo reluciente de pureza,
que siempre ha iluminado con destreza
el alma de los hombres amparada.
Junto contigo el temor se acaba,
buena Madre que acudes con presteza
y evitas siempre en mí toda pereza,
con esa tu virtud que siempre arrastra.
Modelo, cátedra, Madre callada,
empuja mi vida con fortaleza,
pues tú eres la mujer que bien ama.
Agua clara para tanta torpeza,
mi alma, que agradece ser bien tratada,
queda iluminada con tu limpieza.
José Luis Font Nogués