24 de mayo

En el siglo XIX el emperador Napoleón se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Tras varios años en prisión el Vicario de Cristo hizo una promesa: «Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica».

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que dijo «Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados», vio con desilusión que el frío de los campos de Rusia helaba las manos de sus soldados, y volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Al volver encontró que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, que le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y acabó en prisión el resto de su vida.

El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma.

En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la Madre de Dios.