La Biblia, la Palabra que me habla

Jornada Teológico Didácticas La palabra de Dios en el ámbito catequético y escolar

Universidad de Navarra. Pamplona, 2, 3 y 4 de abril de 2008

Comunicación

José Luis Font Nogués

El Currículo de la Enseñanza Religiosa Escolar[1] contempla el estudio la Sagrada Escritura en tercer curso de Educación Secundaria Obligatoria. Los libros de textos contemplan fechas, composición, autores, tipos de libros, inspiración, autenticidad y otros aspectos, pero el alumno no podrá captar bien la Palabra de Dios sin acudir a la fuente bíblica.

Presento una actividad desarrollada en este nivel para conseguir que los alumnos conecten con la Biblia y, a través de ella, con la Palabra de Dios.

Objetivos y contenidos

Este ideal antes enunciado obedece al objetivo tercero del Currículo para la ESO: “Conocer la Biblia, en su origen, estructura, finalidad e interpretación pertinente en relación con la historia y experiencia religiosa de Israel, y como expresión de la revelación de Dios Padre a los hombres”.

El cuarto contenido señalado por el mismo Currículo para tercero de ESO es: “Elementos básicos de interpretación de la Biblia. Géneros literarios. Los libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento: división, descripción y autores”.

Para conseguir los objetivos en la ERE, como en el estudio de cualquier materia, viene bien enfocar los contenidos desde los aspectos de conocimientos, procedimientos y actitudes, de los que éstos últimos tienen especial relieve para transmitir la fe.

Las editoriales aportan definiciones, vocabularios, explicaciones, ejemplos e ilustraciones para conseguir los conocimientos. Los procedimientos serán similares a los de cualquier materia de las áreas de letras, humanidades o cuestiones sociales, pero el uso de la Biblia es un procedimiento específico de la ERE, y además enlaza más que cualquier otra asignatura con las actitudes porque leer la Sagrada Escritura lleva a la modificación de conducta propuesta por la Palabra de Dios.

Metodología

El trabajo en el aula se dinamiza cuando se tiene seguridad de que Dios habla por la Escritura. La ilusión del profesor motivado por que aprendan sus alumnos lleva insertado un coeficiente multiplicador capaz de transmitirles la fe estudiando la acción de Dios por la Palabra, por eso hará ver en cada clase cómo se puede dar paso a “un diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros a través de la Sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno”[2].

Por tanto, es necesario que los alumnos tengan la Biblia, la lleven a clase, la conserven bien, la respeten, la sepan utilizar, la lean para las actividades, la lean con tranquilidad, sepan qué dice y, aún más, sepan qué le dice a ellos. Es cuestión de buscar una metodología adecuada, como por ejemplo:

1.                  Motivar para que todo alumno tenga la Biblia en clase

2.                  Explicar la actitud de respeto cuando se lee la Biblia

3.                  Aprender a buscar textos

4.                  Hacer ver que Dios habla, su mensaje es actual y “se oye” lo que quiere decirnos

5.                  Dedicar ratos en el aula a leer todos la Biblia, anotando enseñanzas en la libreta

6.                  Ver películas con escenas bíblicas

7.                  Descubrir relaciones entre AT y lo cumplido en el NT

8.                  Ver acontecimientos del NT y su referencia en el AT

9.                  Evaluaciones de este aprendizaje con utilización de la Biblia

Las actividades con la Biblia se pueden hacer en clase o en otras actividades fuera del aula; en todas se comprueba la facilidad de los alumnos para conectar con la Sagrada Escritura y se cumple el deseo de Juan Pablo II de rezar con los salmos.

Actividades complementarias

Durante un retiro espiritual leyeron el libro de Rut en absoluto silencio, como en el aula; le siguió una lluvia de ideas con sus conclusiones y destacaron la fidelidad, la amabilidad en familia y el trigo como signo de la Eucaristía.

Al finalizar la Santa Misa de dicho retiro supieron leer a coro el cántico de los tres jóvenes (Daniel 3, 57-88), en versículos alternados, uniéndose al canto a Dios de toda la creación.

Un alumno entregó un trabajo voluntario sobre los salmos; utilizó Internet, un libro enciclopedia, una conversación con su padre y la Biblia; además de clasificar los salmos explica su mensaje religioso y termina con el salmo número 8, “¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!”.

Otro alumno realizó voluntariamente un trabajo escrito sobre algunas cartas de San Pablo y otro una presentación powerpoint sobre los tipos de libros de la Sagrada Escritura para poder explicarlo en clase.

Evaluación

Se pasó un cuestionario –anónimo si querían- a 62 alumnos de 3º de ESO distribuidos en dos aulas de igual capacidad. Las primeras cuestiones, de 17, iban dirigidas al uso de la Biblia, después un grupo de preguntas sobre los contenidos y otro sobre la repercusión que tuvo en ellos su lectura. De las respuestas se desprenden los siguientes datos:

El 90 % tiene su Biblia en clase y sabe buscar las citas que necesite, el 88 % la usa cada vez que se propone.

Aunque días atrás hicieron una prueba sobre los tipos de libros de la Sagrada Escritura, sólo el 32 % asegura que los domina.

El 81 % explica bien que la Biblia es un libro religioso, no científico, que no quedó anclado en el pasado, sino que es actual[3].

Al preguntar “¿Con qué actitud lees la Biblia? ¿Se distingue tu lectura de la Biblia de la lectura de otros libros?”, el 81 % tiene una actitud clara de respeto hacia la Biblia:

– Con una actitud de respeto. No, pero hay cosas en mi vida que me recuerdan mucho a cosas de la Biblia

– Con la actitud de estar hablando con el Señor. Sí, porque la Biblia se   distingue de otras lecturas

El 63 % piensa que la lectura de algún pasaje de la Biblia le ha sugerido algo importante o ha incidido en sus actitudes:

– Me gusta mucho la hemorroisa, que tiene una gran fe y toca al Señor, es sincera y valiente. Eso me ayudó bastante con mi fe con Dios y mi valentía en el apostolado

– Sobre todo la vida de Moisés en Egipto, el perseverar hasta conseguir lo que el Señor le había pedido; este libro me ha animado a perseverar cuando quiero algo y a no rendirme

El 44 % tiene iniciativa para leer la Biblia fuera de clase:

– La leo de vez en cuando porque para mí la fe es como un “puzzle”. Me gusta deducir las “piezas” que faltan y buscar sitios donde colocar otras

– Es un libro que leo diariamente, porque supone algo para mi

Para el 33 % la Biblia ha tenido repercusión en su vida o mejora su atención en Misa:

– En cierta parte de la Biblia sí ha cambiado una parte mi vida

– Me ha ayudado a comprender mejor a los desamparados

– La perseverancia sobre todo

– Sí, la de la oración

– Pues sí, la familia

– Sí, intento ser más amable y mejorar mi relación con Dios

Ahora, el 82 % conoce mejor a Dios o a Jesucristo:

– Conozco más a Dios porque al ir pasando el tiempo voy aprendiendo más de la vida y me doy cuenta de que merece la pena conocerlo, aunque me cuesta mucho seguirlo con regularidad

El 42 % escucha a Dios que le habla:

– A veces. Creo, no se de que modo lo hace con los demás, pero de alguna forma se comunica conmigo para decirme ciertas cosas

El  48 % imita virtudes de los personajes bíblicos:

– Sí, en la paciencia, la esperanza en Dios, el sacrificarme más, la generosidad, la perseverancia y más

– Sí,  a ser un poco más genero y a ser menos compulsivo

– Cuando me sacrifico en algo como no comer entre horas, etc.

Preguntados si ahora tienen más argumentos para hablar con sus amigos sobre la Biblia, el 72 % asegura que sí:

– Sí, ya que ahora he empezado a conocer de verdad mi religión

Terminaba el cuestionario con una pregunta, voluntaria, número 18 –“¿Quieres explicar alguna cuestión más?”-, y algunos respondieron:

– A todos nos falta rezar más

– No, pero aconsejo retiros, que también aprendes mucho

– Sí, que aunque no lea la Biblia por mi cuenta, se que tiene mucha importancia para los cristianos y que es un libro sagrado

– Que desde que leo  la Biblia quizá contente más a Dios

– No, solo que gracias por habernos hecho leer la Biblia porque a más de uno le hacía falta

– Quiero decir que estoy orgulloso de haber tenido la oportunidad desde pequeño de conocer a Jesús, y que ojalá otros muchos puedan tenerla

-Que leyendo la Biblia todos podemos saber cómo nos llama Dios

– Pues sí, la verdad es que me gustaría que leyésemos la Biblia en clase como al principio de curso, pero esta vez, más lento, es decir, que haya más tiempo para meditarla

Conclusiones

La lectura de la Biblia suscita lo que Benedicto XVI explica sobre las parábolas, un movimiento doble: por un lado “acerca lo que está lejos a los que la escuchan y meditan sobre ella; por otro pone en camino al oyente mismo”[4].

El alumno capta bien esa actitud de respeto hacia la Biblia; pasa de leerla a comprenderla y posteriormente, con la colaboración personal, se pone en camino, se deja guiar por la Palabra, hasta que se da cuenta de que “nos trae un regalo: Dios está en camino hacia ti. Pero es también un conocimiento que plantea una exigencia: cree y déjate guiar por la fe”[5].

Destaco algunos logros de esta experiencia:

1.                  Tener la Biblia y saber utilizarla

2.                  Apreciar la lectura de la Biblia en el aula

3.                  Tener actitud de respeto hacia la Biblia

4.                  Leer la Biblia fuera del aula, cuando desean

5.                  Clasificar los textos según los géneros literarios

6.                  Situar los acontecimientos en cada época histórica

7.                  Relacionar los textos con situaciones personales

8.                  Repercusión de la lectura en la vida moral

9.                  Repercusión de la lectura en la lucha personal cristiana

10.              Escucha de la Palabra

11.              Relación personal con Dios

12.              Atención a las llamadas personales que Dios hace

13.              Entender el verdadero sentido de la religión, como unión personal con Dios

14.              Actitud de gozo por la fe recibida

Por tanto, el alumno que lee la Biblia está capacitado para la conversión y el seguimiento de Cristo porque “leer la Escritura es conversar con Dios”[6].


[1] Conferencia Episcopal Española. Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. Sociedad, Cultura y Religión / Currículo de la opción confesional católica y materiales de desarrollo / 2003

[2] Benedicto XVI. Audiencia General. Roma 7.XI.2007

[3] “No debemos leer la sagrada Escritura como una palabra del pasado, sino como palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor.” (Benedicto XVI. Audiencia General. Roma 7.XI.2007)

[4] Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. La esfera de los libros. Madrid 2007, p 232

[5] Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. La esfera de los libros. Madrid 2007, p 233

[6] Benedicto XVI. Audiencia General. Roma 14.XI.2007