GALA XXV ANIVERSARIO OFECUM
«Oferta Cultural Universitarios Mayores» ofrece desarrollo activo para mayores a través de la cultura enel marco de la intergeneracionalidad, voluntariado y solidaridad
En el XXV aniversario de OFECUM
Conferencia de Mariano Sánchez en la Facultad de CC Políticas y Sociología de Granada (22.II.2023): destacó la importancia de cuidar a los demás a través de la cultura, la solidaridad y el voluntariado

Entre educador y educando
Las dos personas, educador y educando, se perfeccionan en la mutua relación de la educación. Se trata del desarrollo personal de ambos, aunque desde distintas perspectivas. Ambas personas son activas en la relación educativa, ambas ejercitan toda su persona para educar y para ser educado. Algo así sucede en toda relación de amistad o de amor: salvo la autoridad buena del padre, los extremos de la relación que busca la mejora del otro beneficia a ambos.
El arte de educar, y también el arte de amar, no violenta nada, simplemente orienta, anima, propone, argumenta. Por eso, la conversación mutua llena de fluidez es el mejor marco para ayudarse mutuamente.
Los padres tratarán de educar a su hijo, pero también pueden aprender de su hijo y muchas veces se sorprenderán de sus buenas reacciones, de sus bondades o de sus propuestas proporcionadas a su edad. Igualmente, entre personas queridas, cada cual se sorprende de la riqueza de otro, que es digna ser admirada, comprendida y participada.
En toda relación educativa o amistosa, no se debe partir de unos principios personales a seguir, ni de una idea preconcebida del otro, sino de la admiración del otro y del respeto al otro. De ahí nacerán mutuas propuestas para avanzar en una mejor calidad humana que deja espacio para que el otro elija y configure libremente su modo de pensar y de hacer.
El educador, el amante, mostrara la bondad hacia el otro para que pueda descubrir por sí mismo los altos valores que pueden guiarnos, los objetivos que podemos proponernos, los motivos que tenemos para ello y los medios para conseguirlos.
En la relación de autoridad o en la relación de amor, conviene mucho que sea el otro quien razone, opte y decida.
Buscar una buena comunicación
La persona se comunica necesariamente con los demás porque no puede vivir en soledad. Parece que comunicarse es algo sencillo, natural y no está sujeto a ningún aprendizaje ni cuidado, pero también parece que no es así cuando nos encontraos con alguien que tiene dificultades para manifestar sus ideas o sus estados de ánimo.
Lo más fácil es tener una comunicación superficial –una sonrisa, una lágrima o pedir alguna cosa, hablar del deporte o del tiempo que hace-, pero no basta esa relación familiar, social o amistosa fundamentada en una necesidad objetiva y mucho menos externa; una actuación de ese tipo puede calmar el hambre o lograr pasar un rato distraídamente, pero no llega al fondo de la persona.
También el silencio puede ser una forma de comunicación; por ejemplo, es fácil comprender el estado interior de enfado cuando se ve a una persona que no habla. Dicho silencio puede ser también objetivo, y se puede imaginar que algo le ha pasado a esa persona; no obstante, tampoco es una comunicación muy válida.
Es necesaria una comunicación más profunda y se dará en un marco de cariño, de amistad y de confianza. Quien habla es porque confía en otra persona y se siente libre para hacerlo porque tiene seguridad de sentirse comprendido y quizá ayudado. La comprensión es necesaria aunque no resuelva nada, es compartir una alegría, una pena, una preocupación o algo similar; la ayuda es algo posterior que ofrece el oyente al que habla y así, entre los dos, pueden trazarse buenos objetivos para seguir el camino de la vida.
A la persona “muda” es difícil ayudarle porque no se le conoce interiormente. Es bueno hablar y compartir, ofrecer confianza y buscar confianza. Ciertamente, se dará comunicación sobre temas objetivos, realidades vividas que alegran o preocupan, pero conviene llegar a la profundización interior de quien habla con confianza y de quien escucha con interés. El marco para ello es una buena empatía afectiva.
También el silencio puede ser una maravillosa comunicación, pero requiere que ambas personas se conozcan muy bien y se lea en los ojos y en la cara el estado interior del otro; eso solo lo logra un verdadero amor.
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Relación y respeto personal desde la buena comunicación
Cualquier tipo de comunicación con otras personas será de inmediato una fuente de influencia mutua que puede convertirse en ayuda o estorbo, amistad o enemistad o indiferencia, en actitud de educación o desafortunada influencia para los demás.
Si bien intencionados queremos presentarnos en las relaciones con los demás, será una premisa la valoración de la otra persona, dejando atrás intereses personales de cualquier tipo y toda actitud cosificadora del otro. El primer paso será de atención, de interés por lo que vive en su interior, por su ánimo, por su pensamiento, por el estado emotivo que deja ver la apariencia de su cara y tono de voz. Superado ese primer encuentro se puede avanzar hacia la simpatía, la empatía, el afecto, la confianza y la intimidad. No obstante, la buena relación exige evitar actitudes negativas como es la ocultación de la verdad, la excesiva independencia o seguridad en sí mismo, o un mal entendimiento de la dependencia e independencia; de modo positivo también exige la buen relación un lenguaje sencillo y sincero, una autenticidad en la comunicación, una adaptación al otro, un interés por el otro hasta ganar la aceptación mutua.
En la buena comunicación inciden palabras, gestos, imágenes y silencios. La comunicación no solo son palabras, y muchas palabras pueden cansar a los otros; la buena comunicación es proporcionada, así en un grupo o en el tú a tú de dos personas el tiempo empleado en hablar será de alguna forma igualitario, proporcionado, semejante, y solo así puede haber intercambio paulatino de ideas, ilusiones, consejos, manifestaciones. Hay que tener en cuenta que no todos somos iguales y se pudiera decir que el hablador debe intentar medir sus palabras y el callado debe esforzarse en hablar en vez de callar. Los silencios son necesarios para dejar hablar a otro y para entender lo que el otro dice. Los gestos hablan por sí solos y acompañan a las ideas haciéndolas más comprensibles. La imagen, la cara, expresa sola el interior sin que haya intencionalidad de que así sea.
Detrás de todo esto y como fundamento de la buena relación está el gran pilar o cimiento de la conducta personal de toda persona que se quiera comunicar y avanzar por el camino de la comprensión, fiabilidad, confianza y amistad. Nadie se fía ni quiere ser amigo de quien le engaña; al contrario, toda persona desea tener a su lado a quien le escuche, le entienda, le acompañe y le ayude.
El respeto y una comunicación fundamentada en el bien personal siempre serán condiciones necesarias para la buena relación
Educar (Gabriel Celaya)

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
Educando continuamente
Toda persona vive en un entorno social con el que interactúa continuamente; esos entornos son muchos, pero se pueden concretar en familia, compañeros, amigos y cualquier tipo de vecindad de domicilio o de comercio o de expansión. Cualquier persona, casi sin quererlo, está continuamente orientando y educando a los demás, aunque padres y educadores tienen una acción familiar o profesional muy destacada y de gran responsabilidad.
Las relaciones mutuas en cualquier ámbito en que exista un mínimo de interacción educativa, se han de desenvolver ante todo en un clima de respeto mutuo, cosa independiente de las edades o categorías sociales porque toda persona es respetable en sí misma, a toda persona se debe no solo respeto sino admiración, quizá una admiración progresiva cuanto más se le conoce; así, puede ser inmenso el respeto y admiración de un padre por su hijo pequeño, de un amigo hacia otro amigo, de un ciudadano hacia una autoridad civil o de una persona hacia su vecino de vivienda.
En el marco de las relaciones mutuas, cualquier actuación personal influye, sin duda, en todos los demás desde el mismo instante en que se produzca una acción visible que todos quienes la perciban pueden valorar para pasar a aprobarla e imitarla o reprobarla y rechazarla. Por eso, entre personas que se tratan mucho puede haber comportamientos muy parecidos.
Si avanzamos en las relaciones educativas, a cualquier nivel, para que se lleve a cabo algo valioso que haga mejorar a las personas, se requiere una aceptación entre educando y educado; es decir, el hijo que acepta al padre, la nieta que acepta a la abuela, el amigo que acepta a su amigo, etc., porque reamente existen buenas valoraciones entre ellos, y eso sucede hasta en el trato más superficial de aquella persona que cede a otra el paso por la calle con una sonrisa.
El amigo, el padre, el profesional de la educación y, como se viene diciendo, cualquier persona, serán tanto mejores educadores cuanto más conozcan la realidad del otro y sitúen esa percepción en el marco del respeto y nunca de la posesión ni del mandato; la libertad es algo que está por encima del afán de ayudar y del ayudar a mejorar.
Un pequeño detalle hace que mejore aún más las ayudas que podemos prestar a los demás y es la reflexión sobre las relaciones personales, el modo de ser de los otros y la verdad acerca de las ideas, valores o principios que iluminan la vida y se transmiten sin pensarlo o se transmiten intencionadamente. Y otro pequeño detalle necesario es la sinceridad, transparencia y confianza entre las personas sin que pueda darse problemas ni dificultades para actuar, expresarse y manifestar lo que se piensa.
En definitiva, la persona no vive sola en el mundo, se relaciona y es humano desear el propio bien y el bien de los demás que nos rodean habitualmente, los cercanos: es una cuestión de trato y de verdadero amor.
José Luis Font Nogués
16.IV.2022 Sábado Santo en Granada
Granada en Sábado Santo tiene el nombre de una reina: Santa María de la Alhambra.
Un día del siglo XVIII vino la inspiración a Torcuato Ruiz del Peral para sacar de la madera una imagen que habla en nombre de la Madre de Dios. Los granadinos y personas venidas de otros lugares suben a la Sabika para ver salir a la Señora que arrastra con su cara de amor y con su gesto de generosidad en el momento de mantener el cuerpo muerto de su Hijo; amor, generosidad y belleza que se transmite sola a todos quienes contemplan.
Nadie resiste la llamada amorosa de esta Reina que, sentada creativamente en los arcos del Patio de los Leones, a la luz de las velas y escoltada por el sudario que cuelga de la Cruz ya vacía, va bajando a la ciudad de Granada.

«Y, ¡cómo pasas!… El tiempo no se mide, se inhibe la distancia y cada persona se pierde en tu dolor.
Con tu caminar eterno miras dentro de ti, soportas la pena, y un instante enciende chispas de eternidad.
El silencio misterioso resulta inmenso desierto que se duele en el ocaso sin decir nada hasta el alba.
Entre piedras y flores se oye tu voz, tu dolor, tu soledad y tu espera».
(José Luis Font Nogués. Exaltación. AliarEdiciones. Granada 2021)
Y Granada anhela, vibra, espera, encuentra, habla y canta a su Madre que va dejando caricias en las almas de quienes la miran a la vez que la guardan en su corazón.
Educar en lo bueno
La ilusión es algo necesario para educar ya que nadie de cualquier edad puede desear algo que no le guste y no lo vea como algo magnífico a realizar, por eso la papilla para un niño pequeño se convierte en un avión que aterriza en la boca, así el niño se divierte y cumple con su función esencial de alimentarse. Igual pasa a cualquier edad, si algo no es hasta divertido no se toma con interés
Sería desafortunado considerar los “deberes” que se han de realizar a lo largo de la vida como uno simples -a veces ingratos- deberes; es más deseable que todo aquello que en realidad hay que llevar a cabo -como el comer del niño- nazca como una convicción interior, algo en lo que se toma la iniciativa de forma voluntaria porque se es consciente que incide en la perfección propia, que es algo bueno. Así descartamos el cumplimiento por mandato, que puede ser desagradable, ¡qué sería del niño que solo comiera por mandato y no por jugar al avión que llega con algo que tiene buen sabor!
Supongamos que el niño que toma su papilla ha crecido y ya es autónomo para comer. Sus buenos padres pasarán a razonar con él para que coma bien, tranquilo y de modo limpio porque conviene a la buena digestión, a la higiene y a la reunión familiar agradable; en ese proceso el niño que había jugado al avión para comer y ya es mayor aprenderá a usar los alimentos y también aprenderá a ser respetuoso con las personas a la hora de comer.
Siguiendo con ejemplos de alimentación, el niño así educado crecerá y en un día de adolescencia o juventud se le puede ocurrir comprar un bocadillo en un supermercado, pero -si es que tiene mucha hambre- no se le ocurrirá tirar el envoltorio al suelo de la calle para comer y saciar su hambre. Ha sucedido que la buena toma de la papilla y los cuidados de la forma de comer ya ha dado como resultado un valor añadido, el de la ciudadanía, el de respetar la ciudad, o el poder pasar un rato agradable con amigos cuando la comida pasa a ser una forma de relación amistosa.
Lo bueno no se impone, sino que se fomenta, se induce, se motiva, se ilusiona. No obstante, para la persona no es el máximo objetivo el modo en que se come sino una necesidad de subsistir o de crecer o de mantenerse -una necesidad elemental- que lo eleva a un nivel superior por su capacidad racional y relacional. Por eso el hecho de comer con modos adecuados no solo es bueno en sí mismo, sino que es bueno en orden a algo superior como es la buena asimilación de alimentos y, mucho más, es bueno por poder compartir con amabilidad ese rato de expansión.
Como en las fábulas, todo tiene su moraleja: no busquemos con ansiedad un bien parcial de orden inferior o necesidad primaria, deseemos los bienes de orden elevado que perfeccionan a la persona; no los busquemos con ansiedad sino con la confianza y la esperanza de ser bueno para todos
Siguiendo con ejemplos de alimentación, el niño así educado crecerá y en un día de adolescencia o juventud se le puede ocurrir comprar un bocadillo en un supermercado, pero -si es que tiene mucha hambre- no se le ocurrirá tirar el envoltorio al suelo de la calle para comer y saciar su hambre. Ha sucedido que la buena toma de la papilla y los cuidados de la forma de comer ya ha dado como resultado un valor añadido, el de la ciudadanía, el de respetar la ciudad, o el poder pasar un rato agradable con amigos cuando la comida pasa a ser una forma de relación amistosa.
Publicado el libro «Exaltación» (31.V.2021)
El día 8.X.2021, José Luis Font Nogués firmó en la Feria del Libro de Granada «Exaltación», editado por AliarEdiciones. El autor pronunció el 22 de marzo de 2015 la tradicional Exaltación anual de Santa María de la Alhambra, que se recoge en este libro, terminado de imprimir el 31 de mayo de 2021. En él se explican las características e historia de dicha imagen de Torcuato Ruiz del Peral (siglo XVIII). La presencia de todo el año en la colina de la Sabika y su salida en Sábado Santo desde la Alhambra hasta la Catedral de Granada, en un marco de gran belleza, hacen de Santa María de la Alhambra un modelo de perfección. Miles de personas contemplan esta imagen a lo largo del año envuelta entre nieves de Sierra Nevada y bellos jardines de la Alhambra, siempre mirando al Albaicín, al Realejo y a la ciudad de Granada que con esmero la cuida.



Personalidad madura
En tareas de educación, y personalmente también, es deseable logar que el educado o uno mismo sea una persona madura., lo que lleva consigo ejercitar la capacidad de integrar todo lo que afecta a la persona, es decir, tratar de entender y comprender lo que está pasando en un preciso momento; valga como ejemplo el sufrir una contrariedad y saber entenderla como tal, pero en vez de enfadarse o apenarse, lograr aceptarla, tratar de salir de ella y sacarle el mayor provecho posible para salir espiritualmente enriquecida la persona.
Esto supone saber tener un cierto control de cuanto sucede, pensar cómo se puede actuar en ese momento para no reaccionar de modo indebido o desagradable; en definitiva, en un momento determinado -podemos seguir con el ejemplo de la contrariedad venida en un instante- hemos de preguntarnos cuál es la mejor manera de solucionar el asunto.
Por último, llega el momento de adoptar una conducta determinada para actuar en la mejor manera posible. Como se ve, este proceso de madurez es un resultado de ser una persona prudente; al contrario, una persona que no se conforma con la realidad que viene sino que entra en neurosis, no es madura porque no sabe hacerse con las diversas situaciones que la vida ofrece.
La vida, momento a momento, requiere de ese equilibrio que da la prudencia y la integración de diversos aspectos para vivir en armonía con la naturaleza, con uno mismo y con las personas.
Día Internacional de África – 25 de mayo
Ya es tradicional que el día 25 de mayo de cada año se celebre el Día Internacional de África. La riqueza potencial africana es muy rica en lo que ofrece la naturaleza y en la capacidad de sus habitantes. Se ofrece al mundo entero diseñar con creatividad los modos de educación y formación para que todos los africanos puedan ser autónomos en la organización de sus vidas y de sus países sin tratar de organizar una ayuda interesada ni paternalista, sino estableciendo en términos generosos las vías de desarrollo real en cada uno de los países de ese continente.
Hacia una educación verdadera, auténtica y eficaz
José Luis Font Nogués
Se van viendo y oyendo muchos lemas institucionales públicos y privados que inciden todos en una idea: sin educación no hay felicidad. De entre todos los lemas, se ven distintas perspectivas de supuesta educación: previsión de enfermedades, buena higiene, control de emociones, buenos hábitos alimenticios, vida sana en el ámbito de la pandemia del coronavirus Covid-19 y sus mutaciones, logro de una vida relajada, habilidad para lograr la persona eficaz, entrenamiento para el liderazgo y muchos más aspectos aceptables, buenos e ideales.
A la vista de esas perspectivas surge la pregunta si todas ellas tienen buenos enfoques para lo que en realidad se pretende, que es el logro de la excelencia personal que haga posible la autentica felicidad.
Desde el momento del nacimiento -quizá antes para las madres- se da un entendimiento entre los padres y sus hijos; la primera tarea propia de ese “entenderse” es saber quién es el hijo, una persona libre e inteligente a quien hay que atender en todas sus necesidades y proyectos, siempre adaptados a su edad. De entre todas las alternativas existentes -ordenar, indicar, prohibir, hacerle un icono repetición de los padres, regalar, premiar, sancionar, aconsejar, darle libertad descontrolada, y mil posibilidades más- siempre será aconsejable las que conjugan la libertad y la confianza en el hijo, siempre en un marco de verdadero amor y respeto.
En el interior del hijo hay siempre una potencialidad que le hace capaz de crecimiento y acción, lo que repercutirá en la familia y en la sociedad. Tarea de los padres será ir viendo esa potencia que guarda el hijo y que paulatinamente deberá desarrollar adecuadamente. Esa tarea será la de explicitar y reforzar sus capacidades para que el hijo las vaya poniendo en práctica libremente y con autonomía. El resultado puede sorprender a los padres y a toda la familia porque verán que ese hijo es creativo y, en el marco de libertad, sus capacidades se ven consolidadas positivamente creando una serie de concatenaciones que deslumbrarán de manera insospechada.
Esa actitud de los padres y, en general, de todos los educadores, no solo se apoyan en las creencias o modos de vida que ellos tengan y que deseen trasplantar a quien se trata de educar para que sea un clon o doble de ellos -sería un gran error-, sino que se apoyará en la actitud positiva de la persona que educan y eso con una gran confianza y esperanza en su desarrollo personal y en el modo creativo que tenga la persona a quien se educa.
Al paso del tiempo, este planteamiento educativo, sorprenderá gratamente a los educadores porque comprobarán que los resultados han superado a los objetivos e ilusiones que inicialmente pusieron en el hijo que desde el inicio fue creciendo, sintiéndose querido, respetado, libre, alabado y por eso ha desarrollado confortablemente su vida. Ese hijo será feliz, un bien para toda la sociedad.
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